El objetivo más importante de la inteligencia interpersonal (que es la parte de la inteligencia emocional referida al manejo de las emociones ajenas) es lograr comunicarnos con los demás de manera efectiva. Uno de los métodos más recomendables es el de la Comunicación no Violenta (CNV), ideado por Marshall Rosenberg. El proceso de la CNV comprende: 1-Expresarse con asertividad, y 2-Escuchar con empatía.
Tal como vimos en el artículo anterior, la asertividad es un tipo de conducta que nos lleva a hacer valer nuestros derechos y expresar nuestras necesidades, sin menoscabar los derechos de los demás. Se contrapone con los estilos agresivo (“¡Qué me estás diciendo! ¡Eso no es así, no sabes nada!”) y pasivo (en el cual nuestras actitudes, muchas veces nuestros silencios, hacen que no queden en claro cuáles son nuestros deseos).
Un tipo de comunicación no recomendable es aquél en el que empleamos juicios moralistas que presuponen una actitud errónea o malvada por parte de aquellas personas que no actúan de acuerdo con nuestros valores. Cuando expresamos nuestros valores y necesidades de esta manera, lo único que conseguimos es potenciar una actitud defensiva y de resistencia en las mismas personas cuya conducta nos molesta. Y si aún así actúan como nosotros esperamos, será sólo por miedo, culpa o vergüenza. Abrigarán resentimiento contra nosotros al quedar rebajada su autoestima.
La mayoría de nosotros crecimos hablando un lenguaje que nos estimula a etiquetar, comparar, exigir y emitir juicios más que a darnos cuenta de lo que estamos sintiendo y necesitando. Desde pequeños aprendemos a dejar de lado lo que sucede en nuestro interior.
Matar, pegar, culpar, lastimar a otra persona (física o mentalmente) no son más que expresiones superficiales de lo que nos ocurre por dentro cuando sentimos enojo. El proceso que describimos no nos incita a ignorar, sofocar ni reprimir la ira sino, por el contrario, a manifestarla de una manera plena y total.
Los cuatro componentes básicos de la CNV son:
- OBSERVACIÓN – Actos concretos que observamos, que están afectando nuestro bienestar.
- SENTIMIENTO – Cómo nos sentimos en relación con lo que observamos.
- NECESIDADES – Las necesidades, los valores, los deseos, etc que dan origen a nuestros sentimientos
- PETICIÓN – Las acciones concretas que pedimos para enriquecer nuestra vida.
Una oración que contenga estos cuatro componentes, tiene el siguiente formato:
“cuando A (digo lo que observo),
yo me siento B (describo la emoción que me produce lo que observé),
porque lo que necesito es C (necesidad insatisfecha que genera la emoción anterior).
Por lo tanto, ahora me gustaría D (expresar lo que pedimos en forma de acciones concretas)”
Veamos un esquema que sirve como ejemplo de comunicación adecuada: “Cuando …. (te comprometes a venir a comer y luego no lo haces) me siento… (enojada/o e impotente)… Necesito que … (me avises cuando veas que no vas a poder llegar) Si no lo haces entonces yo… (no podré esperarte y continuaré con mis otras actividades)”.
Otro ejemplo de aplicación de la CNV: «Cuando ayer a la mañana dejaste la ropa tirada en el living, me sentí enojada, porque necesito que me ayudes con el orden en la casa. Por lo tanto, te pido que la próxima vez recojas la ropa luego de cambiarte»
Notemos qué diferente suena cuando una madre, en una situación como la anterior, le dice a su hijo: «¡¡¡Siempre lo mismo, me haces poner loca, sos un desprolijo, levantá inmediatamente esa ropa!!!» Analizando esta forma incorrecta de expresarse, podemos anotar:
-Cuando decimos “siempre”… ¿es realmente siempre? Aquí no hacemos más que potenciar la actitud defensiva de la otra persona, que encuentra la forma de desviar la atención, y nos dirá: “¡¡¡No, no es siempre!!!)
-“Me hacés poner…” En esta parte, no nos hacemos responsables de nuestros propios sentimientos, nos convertimos en víctimas, y le enviamos a la otra persona una buena dosis de culpa, que muchas veces es la antesala de la manipulación, y que puede generar resentimiento en los demás.
-“Sos un…”: etiquetamos a la otra persona, lo que genera, en forma inmediata, una respuesta del mismo tipo: “y vos sos…” Por otra parte, estos enunciados generalmente funcionan como profecías autocumplidas: refuerzan el comportamiento, en lugar de corregirlo.
Luego de expresarse asertivamente, también tenemos que aplicar los mismos cuatro componentes con respecto a la escucha empática. Es decir: debemos estar atentos a la respuesta de la otra persona, descubriendo:
-Lo que la otra persona observa;
-Lo que siente con relación a lo que observó;
-La necesidad insatisfecha que generó la emoción anterior; y
-Lo que pide en consecuencia.
A veces puede parecer difícil comunicarse usando éste método. Simplemente se debe a que hemos estado toda nuestra vida hablando y escuchando de otra forma, entonces esto nos parece antinatural. Sin embargo, les garantizo que aprenderlo y aplicarlo nos transforma la vida, y también, a través del ejemplo, modificará la actitud de las personas que nos rodean. Presten atención: muchas veces conocemos gente extraordinaria, esas personas que difícilmente olvidamos; casi seguro que es gente que tienen una forma de hablar muy similar a la que describimos en ésta nota. Y una vez más, como lo repetimos en cualquier aprendizaje, la clave es: ¡practicar, practicar y practicar!
Para concluir, debemos destacar que si no se logra un adecuado equilibrio interno manejando las propias emociones (inteligencia intrapersonal), poco podremos hacer para comunicarnos de manera acorde con nuestros intereses. Tomemos el ejemplo de un accidente de tránsito menor: si al haber sido tocados en el paragolpes trasero por otro coche, no podemos dominar nuestra furia (y tal vez, ni siquiera la reconocemos), por más que aprendamos una técnica y la practiquemos en situaciones normales o en un curso, no estaremos en condiciones de aplicarla el la calle si no logramos previamente controlar nuestros propios impulsos. Esto significa, entonces, aprender también a tener una buena comunicación con nosotros mismos. Se recomienda por lo tanto trabajar sobre todas las habilidades de la IE en forma pareja, ya que están íntimamente relacionadas. Si no lo hacemos, nuestra área más vulnerable hará que se debilite toda nuestra capacidad de respuesta.
Artículo publicado en la revista Utopía Azul – Autor: Oscar Hernando