Artículo publicado en la revista del Consejo de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL TRABAJO Y EN LA VIDA DIARIA
INTRODUCCIÓN
Vencimientos del mes, ddjj anuales, clientes “difíciles”, nuevas normas, inspecciones, cobranzas… Claro que nuestros problemas no terminan ahí. Luego de una larga y estresante jornada laboral, sentimos muchas veces presiones en el ámbito familiar y social. Durante todo el día y camino a la oficina o a casa, también el alocado tránsito de las grandes ciudades aporta lo suyo.
La multiplicidad de roles y lo que percibimos que se espera de nosotros hace que nos sintamos con frecuencia agobiados y sin ver una salida a ésta situación. Entramos en círculos viciosos, no podemos pensar claramente. Las emociones tienen un papel importante en todo lo relatado: son generadoras de estados de ánimo improductivos, y frecuentemente nos juegan una mala pasada. Como dice Daniel Goleman, principal referente de la inteligencia emocional (IE): las emociones descontroladas hacen estúpido al inteligente. Las emociones invaden todos los ámbitos de nuestra vida (salud, pareja, familia, trabajo, educación), y van ser determinantes en nuestro éxito o fracaso en cada una de éstas áreas.
ANTECEDENTES de la IE
¿Qué pasaba antes de la difusión de la IE? Las emociones eran las “malas de la película”. Lo único que era valorado era el intelecto. Por eso, las pruebas de coeficiente intelectual (CI – afortunadamente no muy difundidas en Argentina, pero sí en los países desarrollados, sobre todo EEUU) eran “sagradas”, eran irrefutables, supuestamente marcaban a las personas para siempre, prediciendo su éxito o condenándolas al fracaso. Y las emociones eran algo no deseado, un estorbo.
Tal vez el antecedente más ilustre de la IE es la denominada “Prueba del bombón”, realizada en una universidad norteamericana en la década del ´60. Fue un estudio a largo plazo: se hizo un seguimiento en niños desde los 4 años hasta los 17 años. Demostró claramente la importancia del control del impulso y la postergación de la gratificación (en contra de la tendencia natural de buscar placer inmediato) como elemento predictivo más fiable del éxito académico y en la vida, que el CI. Debemos destacar que ésta habilidad, igual que todas las relacionadas con la IE, se pueden aprender y mejorar a cualquier edad.
En el año 1983 Howard Gardner plantea la teoría de las inteligencias múltiples en su libro Estructuras de la mente. Si definimos a la inteligencia, brevemente, como la capacidad para resolver problemas, nos debemos preguntar inmediatamente: ¿a qué tipo de problemas nos estamos refiriendo? En esta investigación, Gardner nos habla de inteligencias que tienen que ver con lo intelectual (lógico-matemática, verbal-lingüística), y que son la base de las pruebas de CI; inteligencias o habilidades que hacen que se destaquen: pintores, mecánicos, arquitectos, decoradores, deportistas, bailarines, músicos, etc; e inteligencias personales (inteligencia intrapersonal e inteligencia interpersonal), que se corresponden con la IE. Estas dos últimas se refieren a la capacidad para gestionar eficientemente las emociones propias y las ajenas, respectivamente.
Sin embargo, la divulgación a nivel masivo de la IE comienza en el año 1995, con la obra La Inteligencia Emocional del psicólogo norteamericano Daniel Goleman, ya que hasta ese momento el tema estaba casi reducido a ámbitos académicos. Goleman no inventa el término, sino que lo populariza.
¿Qué es la IE?
LA IE es una disciplina ecléctica. Se nutre de una gran variedad de autores de la psicología, sobre todo la psicología positiva, y de otros profesionales de la salud, de las neurociencias, etc. Tiene en cuenta que no existe una receta única para todos los individuos. Al contrario: fieles a los postulados de la IE, decimos que no todos sentimos, ni aprendemos, ni pensamos igual, ni creemos en lo mismo, ni tenemos las mismas experiencias, capacidades y gustos; por lo tanto, tenemos distintas maneras de asimilar los conocimientos.
Podemos definir básicamente a la IE como la capacidad para manejar las emociones propias y ajenas. Agrupa, entonces, las inteligencias intrapersonal e interpersonal mencionadas antes.
LAS HERRAMIENTAS DE LA I.E.
¿Qué herramientas nos brinda el estudio de la IE? Las podemos clasificar en cuatro habilidades prácticas: dos, referidas a la inteligencia intrapersonal (autoconciencia y autorregulación) y dos referidas a la inteligencia interpersonal (empatía y destreza social)
Sintéticamente describiremos qué son, y qué aprendemos a través de las cuatro habilidades:
1-AUTOCONCIENCIA: Percepción y conocimiento de las propias emociones
-Con ésta habilidad, aprendemos a sentir y entender nuestras emociones.
–Aprendemos a ponerle palabras a los sentimientos. Es fundamental utilizar la riqueza del vocabulario emocional, y dejar atrás la tendencia a decir simplemente “estoy bien”, “estoy mal”, o “estoy nervioso”. Mientras más detallemos el problema, mejor será para poder comenzar a solucionarlo. Es el punto de partida fundamental: saber dónde estoy, para saber dónde quiero llegar.
-Aprendiendo a conocernos, vamos a ser más objetivos en el análisis de nuestras fortalezas y debilidades.
-Veremos que las emociones no son ni buenas ni malas (sí agradables o desagradables), todas están para algo, tienen un sentido. Por ejemplo: el miedo nos sirve, en principio, para alejarnos de un peligro, o tomar precauciones. Pero el problema se produce cuando el cerebro “pensante”, la parte más evolucionada de nuestro complejo cerebro, nos juega una mala pasada, e “inventamos” miedos, sobrevaloramos los peligros. Aquí debemos ponerle inteligencia a las emociones, y hacer una valoración adecuada de la situación.
2 – AUTORREGULACIÓN: Control de las emociones y los impulsos
-Aprendemos a controlar o regular la intensidad y duración de nuestras emociones; a expresarlas de manera adecuada, para no dañarnos ni dañar a terceros (esto no significa reprimirlas)
–El control del estrés: si bien el tratamiento de éste tema es muy extenso, diremos que para que el estrés sea más una fuente de energía que un problema, el control de las emociones tiene un papel fundamental, junto con la adquisición de hábitos saludables (ejercicio físico, nutrición, y otros)
-Destaquemos dos aspectos peligrosos del mal manejo de nuestras emociones. Por un lado, las impredecibles consecuencias que nos traerá la implosión emocional, es decir, “aguantar”, reprimir, no expresar las emociones, ya que éstas son como un curso de agua: si ponemos un dique, tarde o temprano el mismo se desborda. Y se producen enfermedades. Pero algo muy común en la cultura latina son los peligros también de los desbordes emocionales. La clave es el equilibrio.
Un apartado especial dentro de la autorregulación emocional se lo debemos dedicar a la motivación, a la que podemos definir como la capacidad de poner en marcha y sostener los pasos necesarios para el logro de las metas que uno se impone.
Es muy fructífero analizar la vida y obra de grandes personajes como por ejemplo Steve Jobs. Generalmente los conocemos a través de sus grandes éxitos, pero no nos percatamos que han tenido una gran cantidad de contratiempos. La gran diferencia con la gente común es que ellos no consideran a los tropiezos como fracasos, sino como un aprendizaje, un paso más hacia la meta.
3 – EMPATÍA: ha sido definida por la Enciclopedia Británica como: ‘la habilidad para imaginarse uno en el lugar del otro, para tratar de entender y comprender sus sentimientos, deseos, perspectivas, pensamientos, ideas y acciones’.
-Muchas veces creemos que somos empáticos simplemente porque prestamos atención a lo que nos dicen. Pero la empatía es mucho más que eso.
-Un error muy común es que nos perdemos mucho de lo que nos dicen porque estamos más preparándonos para contestar que escuchando atentamente. Y la gente no siempre quiere una respuesta, una solución: a veces necesita simplemente ser escuchada y comprendida.
-No basta con la escucha atenta, y con la total comprensión de las palabras: debemos aprender a leer el lenguaje del cuerpo. La comunicación no verbal es aproximadamente un 90% de la comunicación. Nos referimos a: el lenguaje del rostro, gestos, forma de hablar, postura, movimientos. Entonces: no sólo es lo que nos dicen, sino principalmente cómo nos lo dicen.
-Ser empático no significa estar de acuerdo; esto puede ser sólo simpatía. Significa entrar temporariamente en el mundo del otro, “ponernos en sus zapatos”, para luego volver a nuestro mundo, sin perder objetividad.
-La empatía es fundamental en el trabajo, pues nos enseña el manejo de la diversidad (de sexo, preferencias sexuales, religión, raza, creencias, de género): conocer al que no es “como uno”, no discriminarlo, para enriquecernos con ese conocimiento. Esto se convierte en fuente de importantes ventajas competitivas en las empresas. La discriminación generalmente se produce por el miedo a lo desconocido, a lo distinto, a lo nuevo.
4 – DESTREZA SOCIAL: Destreza para las relaciones, liderazgo, trabajo en equipo
-Es la continuación de lo anterior, porque nos enseña qué hacer luego de conocer al otro;
-No sólo decir las palabras justas en el momento justo, sino aprovechar el poder de contagio de las emociones, y aprender a motivar a los demás.
-La destreza social es fundamental para el liderazgo de grupos y para la resolución de conflictos.
-Cada vez cobra más importancia saber trabajar en equipo. La super-especialización y fragmentación del conocimiento nos obliga luego a integrar equipos interdisciplinarios, para la resolución de temas complejos. Y a través de la cooperación logramos sinergia, que explicado de manera sencilla se da cuando “el conjunto es más que la suma de los componentes”. Logramos ese “plus” que individualmente no conseguimos, aprovechando las habilidades y talentos de los demás, al complementarnos con los miembros del equipo. Esto se ve claramente en los deportes, donde muchas veces los equipos formados por “estrellas” no logran los resultados deseados, mientras que planteles más “humildes” logran funcionar mucho mejor, y consiguen éxitos a primera vista impensados.
-Destaquemos por último la importancia de la comunicación: comunicar no es simplemente dar información. Es crear una experiencia, interesar al otro a fondo… y esto es una facultad emocional.
CONCLUSIÓN
La IE nos brinda herramientas (que aprendemos por medio de lecturas, ejercicios, tests), no sólo para encausar nuestros estados de ánimo, sino para llegar a rendimientos superiores. Nos da la posibilidad de buscar nuevas maneras de pensar, para salir de los caminos que siempre transitamos, y buscar más y mejores alternativas.
Autor: Cr. Oscar Hernando