El equilibrio emocional es la base principal sobre la cual se edifica el bienestar, y se logra por medio de la inteligencia emocional (IE).
La IE es la capacidad para gestionar a las emociones propias e influir en las emociones ajenas a través de la comunicación. Al estudiarla teniendo en cuenta una mirada espiritual, estaremos no sólo logrando el anhelado bienestar sino también contribuyendo a un bien mayor al que también aspiramos: hacer del mundo un lugar mejor para todos.
Entendemos a la espiritualidad no necesariamente desde un lado místico o religioso, sino como una enseñanza que nos hacer ver el sentido profundo de nuestra vida y nos sirve para comprender mejor los grandes misterios como el nacimiento, la muerte, el amor y el sufrimiento. Es algo que se aplica en la vida cotidiana, no está reservado a la práctica en un templo o lugar especial.
La IE es una disciplina que se nutre de distintas fuentes del saber, especialmente de las distintas ramas de la psicología y las neurociencias. Se la puede estudiar por medio de cinco habilidades prácticas, de las cuales veremos con detenimiento en este libro a dos de ellas:
-La autoconciencia emocional, que nos faculta para entender nuestras emociones y conocer nuestras virtudes y debilidades, y
-La autorregulación emocional, con la cual gestionamos a las emociones para regular su intensidad y duración, y hacer que nos sirvan de apoyo para lograr nuestros objetivos.
El proceso de aprendizaje de la IE es un camino lleno de satisfacciones y logros, siempre que se entiendan ciertas consignas para no caer en falsas ilusiones y luego en inevitables decepciones. Debemos estar preparados para responsabilizarnos por nuestros actos y enfrentar nuestra sombra. También es importante comprender que el bienestar y el equilibrio emocional no se consiguen de un día para el otro: hay que tener fe en nosotros y en el método, y paciencia.
Podemos progresar mucho en el desarrollo de las aptitudes emocionales, a cualquier edad. Luego de una instrucción teórico práctica básica, llevar las técnicas aprendidas a nuestra vida diaria es un paso necesario para afianzar los conocimientos.
Uno de las cuestiones abordadas en el libro es de la clasificación de las emociones en positivas y negativas. Esta forma de nombrar a las emociones hace que pensemos que las “emociones negativas”, que sin dudas nos producen sensaciones desagradables, son malas y no las debemos tener. Esta creencia nos lleva a reprimir el enojo y la tristeza y a creer que no es bueno tener miedo. En realidad cada emoción, en su justa medida, es útil para nosotros y ayuda al bienestar. También parecería que es deseable tener “emociones positivas” a cualquier precio, y en realidad en este grupo de emociones (agradables sin dudas) nos encontramos con que no siempre son adecuadas a nuestro bienestar, como cuando se logra euforia por medio de la comida o el alcohol, o cuando se logra un alivio transitorio para la ansiedad haciendo compras compulsivas.
Todos tenemos los recursos para brillar y llegar a desarrollar nuestros talentos. Para conseguir este objetivo debemos enfrentarnos también a nuestros limitaciones emocionales y trascenderlas.