Ya hemos tratado la cuestión de los tipos de inteligencia en anteriores artículos, de manera tangencial. Esta vez haremos un repaso de algunos conceptos ya mencionados, y también  ampliaremos algunos puntos sobre éste interesante y generalmente no bien entendido tema.

¿QUÉ ES SER INTELIGENTE?

Todos nosotros conocemos o hemos conocido personas con las características siguientes:

-“Pedro es un chico muy inteligente”, dice su madre, “por eso se aburre en el colegio. Claro, entonces molesta a sus compañeros y a la maestra. No encaja en la escuela”

-“En cambio Mariana”, sigue contando la misma madre, “era “dura”. Cuando estaba en la secundaria, “le costaba”. Suerte que tenía muchas amigas que la ayudaban con los exámenes, y también les caía bien a los profesores. Entonces, siempre  “zafaba””

-“El hijo de mi vecino era un fenómeno jugando al fútbol. Cuando se metía en los picados con los grandes, nos daba un baile bárbaro. Parecía que iba camino a ser una estrella. Pero más tarde, cuando empezó a entrenar con los profesionales del club,   no era muy disciplinado. Tenía mucha vida nocturna, no entrenaba… qué lástima, no llegó a nada”

-“El mecánico del barrio tenía un empleado que era un genio: arreglaba cualquier auto con gran facilidad, parecía que había nacido para eso. Cuando se retiró el patrón, le dejó el taller a su empleado. Pero ahí comenzó a perder la clientela de muchos años: este muchacho parecía que no sabía nada del manejo de la plata, y del trato con los clientes”

Los protagonistas de estos relatos, ¿son personas inteligentes? La respuesta sintética en todos los casos sería: “sí y no”. Pero merece una explicación más detallada.

Cada uno de estos personajes tienen sin dudas al menos una inteligencia que se destaca, y otra en la cual tienen un importante déficit. Pedro parecía tener grandes cualidades intelectuales, sin embargo su comportamiento podría indicar que tenía pocas destrezas interpersonales y de control de sus impulsos. Mariana, en cambio, era muy sociable y simpática, aunque tal vez no muy dotada intelectualmente. El muchacho futbolista, si bien sus habilidades físicas eran descollantes, carecía de una habilidad correspondiente a  la inteligencia intrapersonal: la capacidad de postergación de la gratificación. Y el empleado de taller, con enormes cualidades técnicas, no podía sostener el negocio porque no era hábil con el dinero ni en el ámbito social.

Estamos hablando entonces de diferentes tipos de habilidades o de inteligencias. Y esto es lo que nos pasa a todos, aunque probablemente sin tantos extremos: todos tenemos una combinación de las diferentes inteligencias. Existe una base genética, que determina nuestra potencialidad, y a su vez, cada una estará más o menos desarrollada en función de otros factores, fundamentalmente del entorno en el cual nos criemos y llevemos adelante nuestras actividades.

Un claro ejemplo de la importancia del entorno lo da el caso del joven Pablo Pineda, primer egresado universitario con síndrome de Down en Europa. Él dijo: “Lo que tengo de especial son unos padres y un entorno que han luchado porque yo sea lo más autónomo posible” No lo trataron como un “enfermo” o un “tonto”, no tuvieron pena por él; por el contrario, lo consideraron una persona con un enorme potencial, e hicieron todo lo posible para que cumpliera con su vocación.

Generalmente, cuando hablamos de personas más o menos inteligentes, nos referimos a las cualidades intelectuales, que tienen que ver con dos tipos de inteligencias: la verbal lingüística, y la lógico matemática. No es extraño, ya que los famosos tests de inteligencia, que miden el coeficiente intelectual, se basan especialmente en estas capacidades. Además, la educación formal y obligatoria fomenta de manera casi exclusiva el desarrollo de éstas dos inteligencias. Entonces, queda librada a la voluntad y posibilidades de los padres que sus hijos desarrollen, por ejemplo,  sus capacidades musicales, artísticas y deportivas, con actividades fuera del colegio.

Y casi siempre, llegado el momento de decidir qué caminos tomar en materia de capacitación luego de la instrucción obligatoria, los adolescentes se ven muy presionados por sus familias y por mandatos sociales, y terminan eligiendo carreras universitarias tradicionales, que siguen por la misma senda del desarrollo predominantemente intelectual.

¿Y qué pasa entonces con las otras habilidades (entre las cuales se encuentra la inteligencia emocional)?   Quedan latentes, casi no las desarrollamos. No es raro que en algún momento (muchas veces a mediana edad), si teníamos por ejemplo una fuerte vocación artística que dejamos relegada, suenen las campanas en nuestra mente, y surge la pregunta: ¿qué estoy haciendo de mi vida? Muchas veces esto produce una enorme frustración. Hay un “darse cuenta” de que hemos dejado de lado la posibilidad de hacer y poder vivir de aquello para lo que parecemos haber nacido, sea esto por ejemplo alguna manifestación artística, deportiva, alguna actividad que involucre principalmente otras inteligencias o habilidades.

Vale la aclaración siguiente: en muchas actividades laborales o en otros ámbitos, ponemos en práctica una combinación de diferentes inteligencias. Y la participación de la componente intelectual es casi siempre fundamental, aunque no suficiente para lograr los mejores resultados. Recordemos que la inteligencia emocional se considera una meta-inteligencia, ya que potencia o debilita a las demás habilidades,  como se ejemplificó en párrafos anteriores.

Otra consideración importante es que todos podemos, a cualquier edad, progresar en el uso de nuestras inteligencias, llegar a ser competentes y llegar a nuestro verdadero potencial.

LAS INTELIGENCIAS MÚLTIPLES DE HOWARD GARDNER Y OTRAS TEORÍAS

Fue el psicólogo estadounidense Howard Gardner quien en su famoso libro Estructuras de la mente (1983) consideró la existencia de siete tipos de inteligencia (verbal lingüística, lógico matemática, interpersonal, intrapersonal, espacial, corporal cinestésica, musical), que luego ampliaría a nueve (incorporando: naturista y espiritual). También determinó ciertas condiciones para que una habilidad sea considerada una inteligencia.

No obstante, si bien es considerado la autoridad máxima en ésta materia, otros investigadores señalan la existencia de otras inteligencias: moral, pictórica, ecológica, intuitiva, práctica, ética, social, culinaria … podríamos discutir eternamente si estas cualidades deben ser consideradas otros tipos de inteligencia, son meras habilidades, o bien son una combinación de otras inteligencias.

CONCLUSIÓN

Más allá de complicadas teorías o explicaciones, y resumiendo lo expresado, creo que lo más importante es:

-Tomar conciencia de que todos tenemos varias inteligencias, cada una desarrollada a distinto nivel, y de que probablemente algunas  predominarán, mientras que otras estarán débiles. No debemos entonces tener una mirada solamente desde  lo intelectual;

-Saber que las podemos desarrollar a cualquier edad, y

-no ser culposos o demasiado duros con nuestra poca habilidad para algunas tareas, ya que seguramente nadie nos enseñó adecuadamente;  y estará en nosotros el desafío del aprendizaje y del alcance de, al menos, cierto nivel de competencia.

Artículo publicado en la revista Utopía Azul – Autor: Oscar Hernando

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